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Este blog encuentra su propósito en El Libro, la Experiencia y el Camino.

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Sin la experiencia todo es dudoso, con la experiencia de la Fuerza tenemos evidencias profundas

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...y no necesitamos de la fe para reconocer lo Sagrado.

Explicaciones La Mirada Interna, 1980


SEMINARIOS ESPAÑA

Noviembre 1980

Entrando en materia, comencemos la revisión del libro titulado La Mirada Interna.

¿Qué se pretende transmitir en esta obra? Sólo dos cosas. En primer lugar un mensaje de correcta conducta y de correcta actitud frente a la vida. En segundo lugar, un mensaje sobre grandes tópicos de trabajo in­terno.

Si quisiéramos resumir todo en una frase, diríamos que el objetivo que persigue este libro es el de transmitir una enseñanza sobre la con­ducta y sobre el interior del ser humano con referencia al sentido de la vida. Pero se ocupa preliminarmente de subrayar la intención del que ­enseña, la actitud del que aprende y la forma de llevar adelante esa relación.

Sin embargo, frente a la relativa complejidad que ofrece el texto, podríamos responder a un interlocutor impaciente que el libro es sencillamente una poesía o si se quiere y más precisamente, es prosa-poética.

De manera que no debería suscitar tanta necesidad de explicación. En efecto, la poesía llega hasta nosotros o no llega. La sentimos en profundidad o nos toca simplemente.

Redondeando la respuesta, diríamos que simplemente gusta o no gus­ta. Y ello sería bastante explicación para nuestro supuesto interlocu­tor. Pero ese modelo de respuesta será para salir del paso velozmente o para satisfacer urgencias, de ningún modo para llegar a la esencia del ­texto.
Dijimos antes que se trata de un mensaje sobre conducta en la vi­da y sobre trabajo interno. También señalamos que ello está precedido ­de consideraciones en torno a quien enseña y quien aprende y al tipo de relación que se pretende entre ambos.

Ahora bien, formalmente, el libro esta dividido en 20 capítulos y cada uno de ellos en fragmentos. Estos fragmentos son pausas que debe­rían tomarse como motivo de meditación, suspendiendo la lectura en cada una de ellas hasta que se tuviera cuando menos, una idea aproximativa, o acaso una representación antes de continuar con la siguiente.
Leer de corrido el libro, puede ser un buen punto de partida, si es­tá puesta la intención en recomenzar su estudio del modo que hemos seña­lado. Y ahora, puestos en esa actitud, retrocedemos un poco y nos pre­guntamos por su curioso título. ¿Porqué la Mirada Interna?
¿Es que acaso el órgano de la visión no está colocado para atisbar el mundo exterior, como si fuera una ventana o dos, dado el caso, que abre la conciencia cuando despierta cada día? El fondo del ojo, el fondo del ojo, recibe los impactos del mundo externo, pero a veces, cuando cierro los párpados, recuerdo el mundo externo o lo imagino o lo ensueño o lo sueño. Lo veo con otro ojo interior que también mira en una pantalla que no es la del mundo externo.
Mencionar una mirada interna, es implicar a un alguien que mira y a un algo que es mirado. Sobre ello trata el libro. Y su título se enfrenta como una imprevista advertencia, con lo ingenuamente admitido. El titulo del libro resume estas ideas. Señores hay otras cosas que ven otros ojos y hay en vosotros un observador diferente del que vosotros mismos creéis.
Será bueno hacer una pequeña distinción antes de seguir adelante. Cuando digo que veo algo, anuncio que estoy en actitud pasiva respecto de un fenómeno, de un fenómeno que impresiona mis ojos. Cuando, en cambio digo que miro algo, anuncio que oriento mi ojo en una dirección. Casi en el mismo sentido puedo hablar de ver interiormente, de asistir a vi­siones internas como las del divagar o ensoñar, distinguiéndolo del mi­rar interno como dirección activa de mi conciencia. De ese modo puedo ­hasta recordar mis sueños o mi vida pasada o mis fantasías y mirarlas ­activamente, iluminarlas en su aparente absurdidad, buscando dotarlas de sentido.
La Mirada Interna es una dirección activa de la conciencia. Es una dirección que busca significación y sentido en el aparentemente confuso y caótico mundo interno.
¿Cuál es el sentido que busca encontrar esa mirada? Ese sentido es anterior aún a esa mirada, ya que le impulsa; ese sentido permite la ac­tividad del mirar interno. Y si llega a captarse que la mirada interna es necesaria para develar el sentido que la empuja, se comprenderá que en ­algún momento, el que mira tendrá que verse a sí-mismo. Ese sí-mismo no ­es la mirada, ni siquiera es la conciencia. Ese sí-mismo es lo que da sentido a la mirada y a las operaciones de la conciencia. Es anterior y trascendente a la conciencia. De un modo muy amplio llamaremos MENTE a ese sí-mismo y no lo confundiremos con las operaciones de la conciencia o con ella misma.
Pero, cuando alguien pretende apresar a la mente como si fuera un fenómeno más de la conciencia mecánica, aquella se le escapa porque no admite representación ni comprensión sea que se la considere objeto o acto. La mirada interna deberá llegar a chocar con el sentido que po­ne la mente en todo fenómeno, aún en la propia conciencia y en la propia vida y el choque con ese sentido iluminará a la conciencia ya la vida. Sobre esto precisamente trata el libro en su esencia mas profunda.
A todo lo anterior nos lleva la reflexión sobre el título de la obra, pero al entrar en ella, en el primer parágrafo nos dice:
Aquí se cuenta, como al sin-sentido de la vida se lo convierte ­en sentido y plenitud.
En el parágrafo 5 del mismo capítulo se declara: “Aquí se habla de la revelación interior a la que llega todo aquel que cuidadosamente medita en humilde búsqueda”. Está marcado el objetivo de convertir el sin sentido de la vida en sentido y además, esta trazando el modo de llegar a la revelación del sentido en base a una cuidadosa meditación.
El capítulo II desarrolla el modo de llegar a la revelación inte­rior, previniendo contra falsas actitudes que alejarían del objetivo pro­puesto.
El capítulo III trata, como su titulo indica, el sin-sentido. Co­mienza con la paradoja del triunfo-fracaso en esta frase: “Aquellos que llevaron el fracaso en su corazón, pudieron alumbrar el último triunfo. Aquellos que se sintieron triunfadores, quedaron en el camino como vege­tales de vida difusa y apagada”. Reivindica el fracaso como no conformi­dad con los sentidos provisorios de la vida y como estado de insatisfacción impulsor de búsquedas definitivas. Opuestamente, destaca el peligro del encantamiento en los triunfos provisorios de la vida. Aquellos que sí se logran, exigen más, llevando finalmente a la decepción y que si no se logran, llevan también a la decepción definitiva, al escepticismo y al nihilismo. Este punto de los sentidos provisorios de la vida será tratado más ampliamente mañana cuando comentemos la nota número 4 del libro ­de la Comunidad.
Siguiendo con nuestro Capítulo III, el parágrafo 1 dice: “No hay sentido en la vida, si todo termina con la muerte”. Esta afirmación es el eje de nuestra Doctrina. Desde luego que se la puede presentar de distin­to modo.
Primer caso: Si todo termina con la muerte, entonces no hay sen­tido en la vida, todo termina con la muerte, luego no hay sentido en la vida. Este caso es muy conocido en lógica como “Modus ponendo ponens” y consiste en afirmar el primer término de una condición para que quede afirmado el segundo.
Segundo caso: Si todo termina con la muerte, entonces no hay sen­tido en la vida, no todo termina con la muerte, luego hay sentido en la vida. Este caso, similar al anterior, lo es en todo, sólo que al negar el primer término de la condición, negamos también el segundo. No debe llamar a confusión el hecho de que el segundo término esté expuesto como negación, ya que a su vez, al negarla, se la afirma. Es lo mismo que decir: Si todo termina con la muerte, entonces, no hay sentido en la vida no todo termina con la muerte, luego no es cierto que no hay sentido en la vida.
Así pues, quedan formalmente planteados los dos casos, ahora bien está por demostrarse si efectivamente la vida termina o no termina con la muerte por una parte y si la vida tiene o no sentido en función del hecho de la muerte. Está por demostrarse. Estos dobles interrogantes es­capan ya del campo de la lógica formal. Son preguntas que se resolverán en           términos de existencia y eso precisamente haremos mañana al estudiar la nota 4 del libro de la Comunidad.
Sin embargo, no debemos dejar pasar un tercer caso de presenta­ción del problema, desde el punto de vista lógico. Lo formalizaremos ­así: Si todo termina con la muerte, entonces, no hay sentido en la vi­da. Hay sentido en la vida, luego no todo termina con la muerte. Este caso consiste en negar el segundo término de un condicional para también negar el primero. No debe llevar a equivocaciones el hecho de que afir­memos lo que era una negación por razones de construcción gramatical, ­ya que de otro modo quedaría la siguiente formulación equivalente: Si todo termina con la muerte, entonces, no hay sentido en la vida, como ­no es cierto que no hay sentido en la vida, entonces, no todo termina ­con la muerte, que como se ve corresponde a lo anterior pero con una pe­sadez literaria difícil de digerir.
Así es que, esto te encuadra en el caso conocido como "tolendo tolens" de la lógica. Este tercer caso que exige, como los dos anteriores, demostración de sus términos por                                la existencia es, sin embargo, muy interesante, ya que orienta directamente hacia el sentido de la vida y ha­ce negar a la muerte posibilidad, si es que efectivamente dicha vida ­tiene sentido. De este caso, también hablaremos mañana.
Sea como fuere, este parágrafo 1 del capítulo III, no es como pa­ra leerlo de corrido y sin más pasar al siguiente. Exige una pausa y algunas reflexiones, ya que es el eje central de Doctrina.
Inmediatamente los siguientes parágrafos se ocupan de resaltar ­la relatividad de los valores y de las acciones humanas.
El capítulo IV explica todos los factores de dependencia que ope­ran sobre el ser humano, restándole posibilidades de elección y acción ­libre.
Y el capítulo V hace aparecer algunos estados de conciencia que tienen un carácter diferente a los habituales, son los fenómenos suges­tivos, no por ello extraordinarios, pero que de todas maneras tienen la virtud de hacer sospechar un nuevo sentido en la vida.
La sospecha del sentido está lejos de, dar una fe o de cimentar ­una creencia, pero, en cambio, permite variar o relativizar la negación escéptica del sentido de la vida. El registro de tales fenómenos no pa­sa de comienzo, de promover una duda intelectual, pero tiene además la ventaja de afectar al sujeto en su vida diaria por su carácter experien­cial. En tal sentido, posee mayor actitud de transformación que la que pudiera tener una teoría o un conjunto de ideas que hiciera variar sim­plemente el punto de vista con respecto de cualquier posición frente a la vida.
Los parágrafos de este capítulo configuran una especie de lista incompleta pero suficiente de registros, que al producirse invariablemente, acarrean preguntas por el sentido de la vida. Independientemen­te de la realidad que estos sucesos tengan, su registro es de una intensi­dad síquica tal, que exigen respuestas entorno a su significado. Y cua­lesquiera sean dichas respuestas, el sabor íntimo que dejan es siempre de sospecha sobre una realidad diferente.
Veamos los casos: “A veces me he adelantado a hechos que luego sucedieron. A veces he captado un pensamiento lejano. A veces he descrito lugares que nunca visité. A veces he contado con exactitud, lo sucedido en mi ausencia”. “A veces una alegría inmensa me ha sobrecogido”. "A veces una comprensión total me ha invadido". "A veces una comunión perfecta con todo me ha extasiado". "A veces he roto mis ensueños y he vis­to la realidad de un modo nuevo". "A veces he reconocido como visto nue­vamente algo que veía por primera vez"."Todo ello me ha dado que pensar. Buena cuenta me doy de que sin esas experiencias, no podría haber salido del sin-sentido”.
El capítulo, VI establece diferencias entre los estados de sueño; semisueño y vigilia. La intención está puesta en relativizar la idea in­genua que normalmente se tiene sobre la realidad cotidiana y sobre la ­exactitud de esta realidad que se percibe.

Los capítulos VII, VIII, IX, X, XI, y XII, y luego XV, XVI, XVII, XVIII, tratan directamente o indirectamente del fenómeno de la Fuerza.
Este fenómeno de la Fuerza es de sumo interés, porque permite de manera práctica y experimental poner en marcha            experiencias que orientan hacia el sentido, a diferencia de las comentadas en el capítulo V ­que si bien otorgan la sospecha del sentido, se producen espontáneamente o sin dirección alguna. Sobre este punto de la Fuerza y sus implicacio­nes, hablaremos al final de nuestro desarrollo, dada su importancia.
Ahora nos concentraremos en los cuatro capítulos restantes del ­Libro.
Capítulo XIII, expone los principios de acción válida. Estos prin­cipios son nuestra moral, nuestra conducta en la vida, que a modo de su­gerencia y nunca con carácter de obligatoriedad, se exponen a quienes ­deseen llevar adelante una vida coherente, basándose en dos registros ­internos básicos: El de unidad y el de contradicción. De manera que la justificación de esta moral, se encuentra en los registros que produce y no en ideas o creencias particulares relativas a un lugar, a un tiempo o a un modelo cultural. El registro de unidad interna, está acompañado por algunos indicadores a tenerse en cuenta. 1.-­ Sensación de crecimien­to interno. 2.-­ Continuidad en el tiempo y 3.-­ Afirmación de su repeti­ción a futuro.
La sensación de crecimiento interno, aparece como un indicador verdadero y positivo acompañado siempre de la experiencia de mejoramiento personal, en tanto que la continuidad en el tiempo permite comprobar en situaciones posteriores al acto o imaginadas con posterioridad al ­acto o cotejadas en el recuerdo con situaciones posteriores al acto, si éste no varia por el cambio de situación. Por último, si pasado el acto se experimenta como deseable su repetición, decimos que se afirma la ­sensación de unidad interna.
Los actos contradictorios pueden poseer algunas de las tres características o ninguna de ellas, pero en ningún caso las tres caracte­rísticas de los actos unitivos.
Sin embargo, existe otro tipo de acción, que no podemos estricta­mente llamar válida ni tampoco contradictoria. Es la acción que no obstruye el propio desarrollo ni que produce tampoco mejoramientos consi­derables. Puede ser más o menos desagradable o más o menos placentera. Pero ni agrega ni quita desde el punto de vista de su validez. Esta ac­ción intermedia es la cotidiana, la mecánicamente habitual, tal vez ne­cesaria para la subsistencia y la convivencia pero no constituye en sí un hecho moral de acuerdo al modelo de acción unitiva o contradictoria, según venimos examinando.
El tema de los Principio; es comentado y desarrollado con el apo­yo de leyendas representativas y de ejemplos del Libro de la Comunidad, capitulo II, y en el que los rotula como: Principio de adaptación, de ­acción y reacción, de acción oportuna, de proporción, de conformidad, ­del placer, de la acción inmediata, de la acción comprendida, de liber­tad, de solidaridad, de negación de los opuestos, y de acumulación de las acciones.
Habiéndome remitido a las explicaciones que se proporcionan en este libro, quedamos eximidos de nuevos comentarios.
El capítulo XIV de la Mirada es “La Guía del Camino Interno”. No tiene mayores pretensiones que las de cualquier experiencia guiada, con la particularidad de proponerse tal experiencia a continuación del tra­bajo con la Fuerza, destacando las diferencias de dirección a que puede conducir un fenómeno de esa naturaleza. No obstante La Guía del Camino Interno, como experiencia guiada, puede llevarse hacia adelante en las mismas condiciones que otra cualquiera. La experiencia llamada “La Muer­te”, por ejemplo, en el Libro de la Comunidad, retoma la temática de la Guía del Camino Interno, encuadrada entre las ejercitaciones que propo­nen una dirección trascendente que habilitan fenómenos sugestivos o de sospecha de sentido.
El capítulo XIX habla de '"Los Estados Internos". Este capítulo no es una experiencia guiada y no pretende soluciones transferenciales, si­no que de modo alegórico trata de describir la situación actual en la ­que puede encontrarse el lector. Los estados internos son una descrip­ción poética y alegórica de distintas situaciones en las que puede en­contrarse una persona en su camino hacia el encuentro del sentido en la vida.
Como bien se dice en su primer parágrafo: “Debes adquirir ahora su­ficiente percepción de los estados internos en los que te puedes encon­trar a lo largo de tu vida y particularmente a lo largo de tu trabajo ­evolutivo”. Entendemos aquí trabajo evolutivo, como aquel que permite ir despejando incógnitas en el develamiento del sentido de la vida.
El capítulo XX, titulado "La realidad interior" es un tanto oscu­ro. Al parecer, su interpretación es difícil para quien no está familia­rizado con la teoría de alegórica y simbólica o en general para quien desconoce nuestros esquemas del psiquismo y los fenómenos de producción, tra­ducción y deformación de impulsos. Seguramente el libro de Autoliberación en el capítulo destinado a Operativa y particularmente los puntos dedi­cados a teoría y práctica de la transferencia, hacen más por el lector ­que todas las explicaciones que pretendamos darle.

De todas maneras y dejando de lado la comprensión teorética de este capítulo final, no es difícil encontrar personas que perciben con exactitud su clima y captan su significado a nivel profundo, como si lo hicieran con un párrafo poético cualquiera.

Volviendo ahora a los capítulos relacionados con la Fuerza. Los temas de la Fuerza, el Centro Luminoso, la Luz Interna, el Doble y la Proyección de la energía, admiten dos interpretaciones diferentes.

Primera: Considerarlos como fenómenos de experiencia personal y por tanto, mantenerlos en una relativa incomunicación con aquellos que no los han registrado, limitándolos, en el mejor de los casos, a descripciones más o menos subjetivas.

Segunda: Considerarlos dentro de una teoría mayor que los explique claramente, sin apelar a la prueba de la experiencia subjetiva.
Si se procede de acuerdo a la primera postura, las experiencias pueden ser relacionadas con aquellas que a su vez describen otras per­sonas y con explicaciones que no pueden tener carácter de sistema ra­cional. Por ejemplo, la Fuerza puede decirse desde esta postura, la Fuerza, es la energía vital del cuerpo que actúa en continua dinámica. Ella pone en marcha distintas funciones. De ella deriva la acción, la emoción, la idea y la percepción de una realidad superior. Esta energía es capaz de exteriorizarse del propio cuerpo, produciendo fenómenos de acción sobre el mundo físico, así como los produce sobre el propio cuer­po al animarlo. Al sobrevenir la muerte, la Fuerza se va evanesciendo o ­continúa su desarrollo fuera del cuerpo en niveles cada vez superiores hasta configurar una entidad también superior. Esta desaparición por ­desintegración, o esta continuidad por concentración, depende de la suma de actos contradictorios o unitivos que el ser humano realiza en su vi­da.
A la Fuerza se la puede relacionar con lo que en las religiones se ha llamado alma. A la fuerza capaz de concentrarse y trascender en una dirección evolutiva, se la puede relacionar con lo que las religiones han llamado espíritu.
                                                                                                                                                                   
El doble no es sino la fuerza externalizada en vida o después de la muerte, en la medida en que recibe y produce efectos en el mundo coti­diano, aunque con una mecánica que le es particular y modificando generalmente las características aceptadas del espacio y del tiempo.
La Luz Interior es la experiencia que se produce cuando la fuerza se concentra en alguna zona del cerebro energetizándolo y haciendo que trabaje en un nivel más alto de su conciencia mecánica. También aparece como experiencia en el momento de la muerte si su grado de concentración es adecuado.
El Centro Luminoso se refiere a algún punto del sistema nervioso de difícil precisión que es actuado por la Fuerza, pero también a un fe­nómeno externo, del cual proviene toda la fuerza de los seres vivos y ha­cia el cual se orienta el doble, si ha logrado unidad en el momento de la muerte.
Consecuencias prácticas de esta postura: Lógicamente, podrá tenerlas para quien reconozca experiencias en estos casos, o una fe firme y­ sin duda alguna.
Y ¿Qué tipo de consecuencias? : Una será, que la vida tendrá un sen­tido más allá de la muerte. Otra, que al tenerlo, las acciones que se rea­licen no serán indiferentes ya que algunas se alejarán de la posibilida­d de supervivencia y otras, las garantizarán. En tal sentido, surgirá una moral, una actitud frente a la vida y una posición frente al mundo, a es­ta postura podemos llamarla mística y estará animada de un fuerte sentimiento religioso, encaminado a la trascendencia aún cuando la idea o la creencia acerca de un dios, no aparezca definida en ese con­texto.
Segunda postura: como hemos dicho, no se basa en experiencias internas intransferibles sino en un sistema teórico mayor que las explica: es una abreacción motriz que se produce catárticamente en determinadas condiciones experimentales como en el caso del gran pasaje, también empíricamente, la han podido liberar gentes sin conocimiento de su mecánica, atribuyendo sus manifestaciones a entidades cuya existencia no puede probarse. Se admite el fenómeno pero no la interpretación que esta postura califica de indemostrable en el caso de las interpretaciones místicas. En cuanto al doble; no se trata de la exteriorización del alma de los antiguos sino del espacio de representación que se configura en la sumatoria de los impulsos cenestésicos y que duplica como representación la percepción del propio cuerpo. En caso de probarse la existencia de los fenómenos paranormales; no se tratará de proyecciones del doble en sentido místico sino de fenómenos de percepción, de acción a distancia, producidos por variaciones en el tiempo y en el espacio del espacio de representación. La luz interior a su vez, acompaña a los objetos mentales emplazados en los espacios altos de representación así como la oscuridad corresponde a los bajos espacios de representación, esto debido a tres factores cuando menos: 1.­- La proxi­midad o alejamiento a la zona del espacio que se corresponde duplicadamente con los centros de visión ocular 2.-­ A fenómenos de memoria asociados con la luz en lo alto y a la oscuridad en lo bajo 3.-­ A la sobrecarga de con­tenidos fijados que al liberarse por un proceso transferencial, reorientan la energía síquica en la dirección de los altos espacios próximos a los centros oculares, produciéndose un fenómeno mecánico de luz y numerosas con­comitancias de reacomodación síquica.
Consecuencias prácticas de esta postura: La teoría de operativa que permite tratar con su modo característico los temas que hemos tocado, es de todas maneras mucho más amplia y brinda un panorama bastante completo en cuanto al conocimiento y la práctica de los procesos mentales y su dirección. Tal teoría lleva necesariamente a preguntas por el sentido de la vida desde el punto de vista de su utilidad cotidiana. Esta posición, puede llegar a concebir una orientación trascendente de la vida, no desde el punto de vista de la fe, sino de su utilidad para el equilibrio y desarrollo de la vida síquica y de la vida en general. Las dos posturas que hemos considera­do, pueden derivar igualmente del estudio de La Mirada Interna y completar­se a la luz de otros trabajos como los expuestos en operativa, en el libro de Autoliberación. Llegando a este punto de equivocidad, es legítimo que alguien se pregunte. Pero finalmente ¿cuál es la postura del autor de tal libro? El autor­ entonces puede declarar sin rodeos, él personalmente adhiere a la postura mítica, pero como tal postura es intransferible, adecua sus explicaciones al lenguaje de la teoría sicológica, dejando abiertas desde allí las puertas a la trascendencia.
De manera que si algunos tienen fe o experiencia y otros razonan cabalmente, de todas maneras llegarán a la conclusión de que la trascendencia es útil porque da sentido a la vida, al abrir un futuro que la muer­te definitiva cerraría en el absurdo.
Este tema, sin embargo, exige mayores desarrollos que postergaremos hasta el día de mañana, al comentar la nota 4 del Libro de la Comunidad.
Quisiera ahora presentar a Uds. un cuestionario para que al trabajar sobre él La Mirada Interna, quedara suficientemente develada.
Tal vez en menos de una hora, las mesas de trabajo puedan elaborar respuestas más o menos adecuadas sobre las siguientes preguntas:

1 - ¿Qué significa el título LA MIRADA INTERNA?.

2 - ¿Qué dos mensajes pretende transmitir la obra?.
3 - ¿Qué condiciones previas se aclaran como necesarias para que el men­saje pueda ser transmitido?.
4 - ¿Cómo podría responderse, con la mayor simplicidad, a quien exige una explicación impaciente sobre el significado del libro?.

5­ - ¿Cómo está organizada formalmente la obra?.

6 - ¿Cómo se caracteriza al sin-sentido en la vida?.

7 -­ ¿Cómo se caracteriza al sentido?.

8 - ¿Qué significa la paradoja triunfo-fracaso?.

9 - ¿Cuál es la frase clave de todo el libro?.

10 -­ ¿Qué posibilidades lógicas admite dicha frase?.

11 - ¿A qué se refiere la sospecha del sentido?.

12­ - ¿Para qué sirven los principios de acción valida?.
13 -­ ¿Cuales son los principales registros de unidad interna con referen­cia a la acción?.

14 - ¿Qué es la Guía del Camino Interno?.

15 - ¿A qué se refiere el capítulo sobre los estados internos?.
16 -­ ¿Qué dos posturas pueden asumirse respecto a la Fuerza, el Centro Luminoso, la Luz Interior, el Doble y la proyección de la energía?.

17 -­ ¿Qué consecuencias prácticas se derivan de ambas posturas?.
Yo tengo las 20,37 h. En algo de una hora, a lo mejor, podemos te­ner organizadas las respuestas. Será muy bonito si los que tienen un po­quito más de experiencia en estas cosas, colaboran con los más nuevos y hay un intercambio en cada mesa, un diálogo activo y por supuesto que en algunos casos, pienso que se va a terminar el trabajo y en otros casos el trabajo va a quedar a medias, y bueno no hay que preocuparse porque de todos modos seguimos adelante y cada uno vera si en otro momento lo concluye sino ha tenido tiempo. Así entramos luego a ver rápidamente el li­bro de Autoliberación. De manera que las respuestas y todo aquello que Uds. dan, lo pueden luego guardar muy bien, no sé, por si les sirve para ­algo.
Las preguntas no habrán sido todas respondidas, bueno ahí quedan, tal vez se las pueda trabajar con más tiempo en cada lugar.
Pasemos a otra cosa, bueno, pasemos a considerar otro texto ofi­cial: El Libro de Autoliberación.